viernes, 3 de marzo de 2006

MIS OPINIONES: INDICE DE FELICIDAD NACIONAL

INDICE DE FELICIDAD NACIONAL

El año pasado Eugenio Tironi abrió fuego sobre un viejo tema diciendo que, aparte del PIB, debiera existir un Indice de Felicidad Nacional. Entre sus argumentos indica que los padres fundadores de los EE.UU. consagraron en su Declaración de Independencia que entre los derechos inalienables del hombre están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Sergio Paz lo festinó (revista weeken de El Mercurio) diciendo que es una idea totalitaria y ridícula. El Instituto Libertad y Desarrollo planteó que la felicidad es consecuencia de la libertad, especialmente de la económica y que Estados Unidos supera en felicidad y satisfacción a la mayoría de los países modelo del bienestar en Europa.

Siguiendo con el ejercicio iniciado por Tironi, me pregunto qué es la felicidad y creo que si bien todos la hemos experimentado en mayor o menor grado (la hemos “sentido”), al momento de definirla nos complicamos hasta el punto que pareciera que no es posible encapsularla en una definición o, al menos, que existen tantas definiciones como seres humanos. Se puede concluir entonces que la felicidad es subjetiva, sin embargo creo que no sería muy difícil ponernos de acuerdo sobre las bases o pilares donde descansa la felicidad de cada uno. Si estuviéramos hambrientos, rabiosos de hambre, nuestra única motivación sería comer, no importando mucho los costos ni menos pensando en valores éticos o morales, si los tenemos. Una vez satisfecha nuestra urgencia vital, quizás entonces podríamos mirar la luna y admirar su belleza. Algo parecido sucedería con todas nuestras otras necesidades básicas. Es decir, necesitamos de un bienestar básico para que cada uno pueda pensar y tener una postura sobre su felicidad. Es cierto que ese bienestar básico cambia con los tiempos, y que ahora es de mucho mayor nivel que en el pasado, pero igual es la antesala para la felicidad individual. Pareciera entonces que ponerse de acuerdo sobre esa base o esos pilares del bienestar, es fundamental para que cada uno pueda, a partir de allí, iniciar su propio camino. Por lo tanto, disponer de un Indice de Bienestar resulta como la consecuencia o necesidad lógica de una sociedad “civilizada”.

Se han propuesto varios tipos de indicadores con el objetivo mencionado. Destacaremos el Indice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) y el Indicador de Progreso Genuino(IPG). (*1) El primero fue diseñado por Daly y Coob (1989) y revisado por Coob en 1994. Este índice integra ponderadamente variables económicas, distributivas, sociales y ambientales, las que reciben valoraciones en una escala única, las que han sido trabajadas en base a los consensos establecidos por dichos investigadores. Así, se incluyen variables tales como el Consumo Ajustado, el coeficiente de Gini (que mide la inequidad en la distribución percentil de la renta nacional), los gastos compensatorios o defensivos en que incurre la población para compensar los costos ambientales impuestos, nivel de salud, educación y acceso a otros bienes y servicios que denotan las funciones de bienestar social.

(*2) El Indicador de Progreso Genuino (IPG), fue desarrollado por tres investigadores de California en 1995 y asigna valor explícito a los recursos naturales, incluyendo terrenos, bosques, mares y lagos y las fuentes no renovables de energía. Valora la sustentabilidad de los procesos de cosecha, hábitos de consumo y sistemas de transporte. Mide y valora el trabajo no remunerado (voluntario y doméstico) y considera el crimen, la contaminación, las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero, los accidentes de tráfico y otras pérdidas como costos económicos, no como ganancias.

Ahora analicemos el Indicador actualmente usado para medir el comportamiento de las economías de los países: el Producto Interno Bruto (PIB). Aquí me apoyaré en un fragmento de un artículo del Doctor Ronald Colman “¿Cómo estamos midiendo el progreso?” que dice : “ Antes de ser asesinado, hace treinta años, el entonces senador de los Estados Unidos Robert Kennedy lo señaló de esta forma: el Producto Nacional Bruto incluye la polución del aire, la publicidad de los cigarrillos y las ambulancias que retiran los restos mortales de las carreteras. Toma en cuenta cerraduras especiales para las puertas y cárceles para las personas que las violan. El PNB incluye la destrucción del bosque nativo y la muerte de los lagos. Crece con la producción de napalm, misiles y cabezas nucleares.”

Así es exactamente: el PIB considera como crecimiento de la riqueza los elementos asociados con accidentes, con muertes, delitos, deterioro de la naturaleza. La producción de todo tipo de armamento, ambulancias y hospitales para accidentados, elementos policiales, autos, armas, cárceles para controlar los delitos; aserraderos, transporte, plantas químicas, pesca indiscriminada, gases de vehículos y fábricas, y muchos otros que destruyen a la naturaleza. Es decir, el PIB mide solamente la cantidad de actividad comercial, sin evaluar los costos sociales y ecológicos derivados de esa actividad, por lo que es un indicador parcial y que solo mide parte de el presente, sin incluir actividades que generarán deterioro de el bienestar en el futuro.

Del tema de indicadores válidos y no válidos, y de la necesidad de contar con un indicador que realmente mida nuestro bienestar, sugiero saltar a un breve análisis del sistema político económico que actualmente rige nuestra sociedad, para determinar, o por lo menos para que nuestra intuición nos indique, si es el sistema adecuado para cimentar nuestro bienestar y finalmente nuestra felicidad:



• Primero, no sólo es una falencia del indicador PIB el evaluar como igualmente positivos los elementos negativos derivados del sistema político y económico, sino que el sistema actúa con igual criterio al no hacerse cargo de los costos sociales y ecológicos. La búsqueda de la máxima rentabilidad por parte de los dueños del capital tiene como consecuencia “natural” que el sistema tenga una visión de corto plazo, sin importarle las consecuencias para las futuras generaciones.
• (*3) El Dr. Pedro Medellín Milán, de la UASLP, en parte de su artículo ”Visión de un mundo sostenible III”, plantea la necesidad que la sociedad internalice todos los costos ambientales de la producción, por medio de un sistema de contabilidad de costos completos. Dice: “De aplicar esta contabilidad ahora, nos daríamos cuenta cabal que en el actual sistema productivo, las empresas transfieren enormes costos a la sociedad y a la naturaleza. Si contabilizáramos calculando en cada caso lo que cuesta restaurar la naturaleza a su antiguo estado, y los incorporáramos a los costos de empresa en lugar de transferirlos a la sociedad, prácticamente todas las empresas estarían en números rojos. Es decir, que las utilidades de casi todas las empresas se hacen a costa de esta transferencia de costos a la sociedad.”



• El sistema actual está basado en el concepto de un crecimiento ilimitado. Con los medios y la tecnología actual el crecimiento ilimitado es insostenible. Los optimistas piensan que el hombre actúa con creatividad y audacia cuando está enfrentado a tremendos desafíos, y se encontrará la solución al problema expuesto. Es posible. Sin embargo, el problema es que hasta ahora la humanidad no ha sido capaz de resolver los problemas de hambre de una parte importante de la sociedad. El último informe de la FAO, indica que unos 852 millones de personas en el mundo sufren de malnutrición y que unos 6 millones de niños mueren cada año por esa causa. El concepto de crecimiento ilimitado es incoherente con la realidad expuesta, pues va en beneficio de un sector de la humanidad a expensas de otro.


• No garantiza una distribución justa de la riqueza en el interior de cada país. Esta realidad es dramática en nuestro país; el 20% más rico de la sociedad se lleva el 62,2% de los ingresos del país, mientras que el 20% más pobre apenas se empina a un 3,3%. Estamos ubicados, junto a Paraguay, Honduras, Swazilandia y Zambia, entre los países con peor distribución de la riqueza en el mundo. Se puede argumentar que esta realidad en Chile no es de responsabilidad del sistema, sin embargo las principales soluciones propuestas, como ayuda social focalizada en el corto plazo y una gran inversión en educación y salud para el largo plazo, entre otras, son medidas de Estado, es decir que se reconoce que el sistema de libre mercado, no es capaz de solucionar este problema creado por si mismo.

• Ahora bien, analicemos un pilar básico del sistema neoliberal: el consumo. Como está basado en el principio del crecimiento ilimitado, requiere que ocurra en forma ilimitada y para ello recurre a la publicidad, creando necesidades que no son tales, y el sistema financiero hace cautivos a los ciudadanos por medio del fomento de créditos directos, emisión de tarjetas de crédito, tarjetas comerciales. Esta mezcla de creación de necesidades y créditos masivos (con altos intereses por supuesto), ha resultado malsana para la sociedad. El alto nivel de endeudamiento es un terreno de arenas movedizas que hunde a la población en un magma de estrés y que deriva en enfermedades mentales como la ansiedad, crisis de pánico y depresiones. (*4) En la revista In Vitro de noviembre de este año, los siquiatras Cristian Anuch y Jorge Barros dan a conocer su diagnóstico sobre la depresión, que se estima la padecen más de 800.000 chilenos. El Dr. Anuch dice en una parte de su análisis : ”Hoy hay un marcado individualismo y una retracción de lo público. La familia se ve sobrecargada; no está preparada para responder a esta gran demanda de sentido, de proyectos, de una serie de cosas que de alguna manera dan cuenta de la felicidad de una persona. Una cultura que en algún minuto era del SER, hoy en día es más claramente del TENER, muy marcada por el consumismo”.

• El sistema es principalmente económico, comercial, y no contempla elementos que darían sentido a la vida y que fueron comentados en la breve exposición de indicadores de bienestar, tales como las artes en general, la integridad de las personas, calidad real y uniforme de la educación y salud, una distribución más justa de la riqueza, estabilidad de la familia, juegos y entretenciones, políticas dirigidas a enfrentar los vicios de la sociedad (drogadicción, alcoholismo, etc.), medios de comunicación sociales, crecimiento interior de los individuos,etc.

Es posible que el actual sistema político económico perdure por largo tiempo, pero intuyo que irá evolucionando, que no habrá cambios por revolución, por lo menos en Chile, y que será responsabilidad de la sociedad que evolucione hacia un sistema más humanista, solidario y sustentable que tenga como objetivo final, si no la felicidad, por lo menos el bienestar social. El marco de ese nuevo sistema evolucionado, puede estar definido por las falencias del actual y los elementos que forman parte de los índices de bienestar ya explicado. Ese marco, ese sueño, sería un sistema con crecimiento sustentable con la naturaleza, con la sicología humana y con aquellas leyes económicas que deben respetarse; que el consumo no sea el leitmotiv de la sociedad, que permita una distribución razonablemente justa de la riqueza, que esté basado en la equidad de sus ciudadanos, un Estado y un mercado que respeten los derechos humanos, que las limitaciones y excesos del sistema de libre mercado estén corregidas por políticas de Estado y finalmente, como ya dijimos, que incorpore en su esencia todos aquellos elementos que apunten a una vida digna de ser vivida. Me atrevería a resumir ese sueño en un sistema que busque la armonía del hombre consigo mismo, la armonía con la sociedad y la armonía con la naturaleza


Normalmente los seres humanos nos desenvolvemos en varios planos, uno es el conceptual, el campo de las ideas, y en ese debemos pensar en qué sistema queremos legar a nuestros hijos, sabiendo que probablemente el grano de arena de nuestro aporte será para un futuro distante. Sin embargo, en el plano de lo inmediato, en el aquí y ahora, somos dueños en gran medida de nuestro destino; debemos ir a nuestro interior, evaluar y medir nuestras necesidades reales, analizar y ponderar nuestros deseos, extirpar las necesidades implantada por la publicidad y propaganda del sistema, definir nuestro sentido de vida, examinar y valorar todos esos elementos analizados para el indicador de bienestar.
(*5) Aquí quisiera reproducir un párrafo de un hermoso artículo del sacerdote Felipe Berríos dirigido a los jóvenes, pero que igual puede ser una invitación a todos nosotros: “ Joven, no renuncies a ser joven, los que somos más viejos tenemos miedo a que seas un joven de verdad y nos desordenes lo que por años hemos ido ordenando o que nos hagas preguntas, que nos cuestiones nuestro modo de vida. Pero también necesitamos con urgencia que seas un joven de verdad, para que así nos sacudas de nuestro letargo y no nos dejes acostumbrarnos a lo que nunca deberíamos haber acostumbrado”.

Se invita a una honda reflexión sobre el consumismo, el endeudamiento, sus efectos sobre nuestro sentido de vida y por ende sobre nuestra felicidad. Si cada individuo toma decisiones coherentes con sus verdaderos objetivos profundos y los materializa en pequeños actos, como evitar el endeudamiento, por lo menos el excesivo, el consumismo ya no sería el norte de nuestras vidas, estaríamos influyendo dramáticamente en el sistema actual, pero lo más importante en nuestra felicidad. Respecto a los efectos que acciones de ese tipo tendrían sobre el actual sistema político económico, dejemos que la “mano invisible” de Adam Smith haga su trabajo, si puede. Como lo más probable es que no pueda por si sola, seguramente entonces, colectivamente ayudaremos a darle rumbo al barco de nuestra sociedad. Pero empecemos por nuestro barco individual, fijemos el timón según la ruta definida por nosotros y elevemos las velas de la verdadera libertad, la que nace de nuestro interior.




Marzo 2006

Wilfredo Fleming Pinto




*1 CEPAL.-Serie Manuales. VI Indicadores tipo índice, alcance mundial o nacional .
*2 ¿Cómo estamos midiendo el progreso? Artículo del Doctor Ronald Colman publicado en Shambhla Sun, traducido y editado por Luis Eduardo Bastías.
*3 Visión de un mundo sostenible 111 del Dr. Pedro Medellín Milán, profesor Investigador de la UASLP, publicado en Pulso, diario de San Luis Potosí, México.
*4 Revista IN VITRO de noviembre 2005, artículo “Depresión mal de nuestros tiempos” de Carolina Ardiles, en el cual los siquiatras Cristián Anuch y Jorge Barros dan a conocer su diagnóstico sobre este mal.
*5 Artículo de la serie “Felicidad a la Orden”, “Un joven de verdad” de Felipe Berrios, SJ. Revista El Sábado del 18 febrero 2006.